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Duerme

        Duerme la piedra en el río... cuando metemos la mano en un arroyo y sacamos una piedra, aparece ante nosotros redonda y lisa.

        Es hora de que nuestra piedra duerma, para ello debemos trabajar sus aristas, sus escalones, sus imperfecciones...


        Nuestra mano que sujeta la piedra es ahora el lecho del río, es el cuerpo que sustenta lo anímico e intelectual, es lo “físico”, y con la otra mano, trabajamos la piedra, acariciándola, limando en un fluir continuo las irregularidades, imperfecciones y durezas que encontramos.

       Aparece entonces nuestro ser en la piedra, acunada por la mano que la sustenta y redondeada por la mano que fluye y actúa. ¿Qué será la mano que modela?.


        Siempre trabajamos en un sentido, no se frota. Si se observa el agua en la naturaleza, en los arroyos y ríos, el agua va en un sentido, de arriba a abajo, todo tiene un orden, y cuando el agua vuelve sobre si misma, lo hace en remolinos, en círculos y espirales ordenadas.


        ¿Que ocurre en los rápidos?, el agua se ve obligada a subir contracorriente de manera brusca, caos, espuma, desorden... que nuestra agua fluya tranquila, bien modelando hacia fuera, primavera, despertar, acción, transformación, explosión floral... bien con un movimiento de limado hacia dentro, otoño, introspección, días más cortos, pérdida de la hoja, recogimiento de la naturaleza...


        Otra opción, siempre que sea posible, haciendo todo el recorrido, de dentro hacia fuera y vuelta al interior por el otro lado, todo el año, todo el ciclo... en armonía.


        Durezas en la piedra que sueña, durezas en el alma que vive... y se nos invita a mirarnos... ¿qué hay en mí que debe redondearse?, ¿será el río de la vida el que me suavizará las aristas, o por el contrario, las afilará?.


        Observar si se tiene la humildad suficiente para depositarnos en el fondo del arroyo y dejarnos arrastrar, voltear, pulir...
  


        Y el polvo nos recuerda lo que somos.


        Residuos distintos, gruesos y bastos, finos y sutiles... de distintos colores... ¿tendrá color nuestra soberbia, será fina o basta nuestra pereza?.


        Y aparecen las primeras formas, la figuración... tantas imágenes en nuestra cabeza, hemos visto tanto que necesitamos plasmarlo... reflexionamos sobre la cantidad de imágenes cerradas que atesoramos y de la pobreza que nos provoca mirar sin observar, aburridos de un mundo que apenas nos sorprende...
          

        Apagamos ese anhelo del intelecto, apartamos las formas, solo canto rodado... la piedra duerme.

        Escuchamos el ruido de las limas y lijas erosionando, el murmullo del agua en nuestros oídos, mojados por dentro.

        Que dicen los alumnos sobre la piedra que duerme:


        Suave, tranquilidad, blanca, rayada, paz, orden, bueno, bonita, río...